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Dificultades que afrontan mujeres para poder estudiar: Yareli camina 16 kilómetros para aprender

En zonas rurales mexicanas, una de cada doce niñas y jóvenes entre 13 y 15 años no está en la escuela; el caso de Yareli, que debe caminar dos horas y media cada día, pone en evidencia la desigualdad persistente para quienes sueñan con estudiar
23 de septiembre de 2025 por
Dificultades que afrontan mujeres para poder estudiar: Yareli camina 16 kilómetros para aprender
Redacción

Cuando el alba apenas clareaba, Yareli Ortiz Rivera, de 9 años, ya había salido de Rancho Nuevo junto con su madre, Mercedes Rivera, para recorrer 16 kilómetros de camino de terracería y bosque. La espera es larga: salen a las 5:30 de la mañana para llegar puntuales a clases en Xiopa, municipio de Hidalgo. No hay transporte público: esa fue la única opción cuando la escuela de Rancho Nuevo cerró por falta de alumnos.


Yareli vive con sus padres en una vivienda humilde construida con madera. A pesar de todo, ella mantiene un sueño enorme: “Cuando sea grande, quiero ser astrónoma, para estudiar los planetas, estrellas y galaxias”.


En México, las niñas rurales enfrentan barreras estructurales: entre 13 y 15 años, 12.3 % de las niñas rurales no asiste a la escuela, además, un porcentaje importante de mujeres rurales (21.1 % del total de mujeres) vive en localidades pequeñas, donde las oportunidades educativas son escasas. 


En comunidades rurales, el promedio de años cursados por mujeres es mucho menor que en zonas urbanas.  La pobreza, la falta de transporte, el aislamiento y el cierre de escuelas multigrado —como la de CONAFE en Rancho Nuevo— se suman a los obstáculos que muchas mujeres jóvenes tienen que sortear simplemente para asistir a clases.


El esfuerzo que hacen Yareli y su mamá es enorme: madrugar, caminar horas bajo el sol, atravesar caminos difíciles, todo para que la niña reciba educación. Ese tipo de determinación es compartida por muchas mujeres rurales mexicanas que, a menudo sin apoyos gubernamentales sólidos, siguen luchando por sus derechos.


Carolina Guerrero, activista local, ha documentado este caso para visibilizar lo que muchas familias enfrentan: la indiferencia institucional, la ausencia de transporte público y el cierre de escuelas por baja población. Todo esto cuando la educación debería ser garantizada incluso para las comunidades más pequeñas.