Según el informe reciente de la OCDE, aunque los salarios reales están recuperándose en muchos países, esto no garantiza automáticamente que un incremento fuerte del salario mínimo o general mantenga su efecto positivo.
La organización advierte que los aumentos del salario mínimo deben “calibrarse cuidadosamente”: cuando suben muy rápido, por encima del crecimiento de la productividad y en contextos de inflación o incertidumbre, pueden generar efectos negativos especialmente para los trabajadores de baja cualificación, jóvenes o mayores.
Si los aumentos salariales no van acompañados de mejoras en productividad, estructura productiva, competitividad o adaptación del mercado laboral, existe el riesgo de que las empresas no puedan absorber los costos adicionales, lo que podría traducirse en menor contratación, informalidad, pérdida de empleos o menor creación de plazas.
Riesgos e implicaciones que alerta la OCDE
• Empleo vulnerable: los sectores con mano de obra poco calificada o en situación precaria pueden ser los más afectados, ya que las empresas podrían reducir contrataciones o desempelar para mantener sus costos bajo control.
• Presión sobre precios y competitividad: si los costos laborales suben demasiado sin un aumento correspondiente en productividad, podrían incrementarse los precios, afectando inflación o reducirse la rentabilidad empresarial, complicando la inversión y expansión.
• Distorsión del mercado laboral: aumentos repetidos y elevados del salario mínimo podrían generar “efectos de arrastre” sobre otros salarios, lo que incrementa los costos generales de nómina y puede desincentivar la formalización o incentivar la informalidad.