"Soy Sandra López y quiero contar algo que me cuesta mucho decir en voz alta…
Hace tres años dejé mi trabajo. Era diseñadora y me encantaba lo que hacía. Me sentía útil, conectada con la vida, con mis amigas, con mi familia.
Pero mi esposo comenzó a enfermar. Las migrañas se hicieron frecuentes y tras varios estudios, los médicos dijeron que lo mejor era que evitara el estrés a toda costa.
Él me pidió que me quedara en casa.
—"Necesito que estés conmigo. Que me ayudes a mantener la calma. Que me cuides."
Y lo hice. Con amor. Pensando que era temporal.
Hoy no tenemos hijos. Pero todos los días me ocupo de la casa como si hubiera cinco personas. Cocino, limpio, organizo. Y también estoy pendiente de que él duerma bien, coma bien, no se altere. Su bienestar depende de mí… al menos eso me repite todo el tiempo.
No le gusta que hable con mi familia ni con mis amigas. Dice que me distraen, que me llenan la cabeza de cosas que no ayudan.
Así que también me alejé de ellas. Pensé que era lo mejor. Pensé que estaba siendo una buena pareja.
Pero últimamente…
Me siento vacía. Me siento sola. Me siento atrapada.
Extraño mi trabajo. Extraño reír con mis amigas. Extraño abrazar a mi mamá.
Y aunque amo mucho a mi esposo, ya no me siento libre. Siento que dejé de ser yo.
Me duele decir esto, pero necesito ayuda. No sé por dónde empezar.
No quiero pelear. No quiero lastimarlo.
Solo quiero volver a encontrarme.
Quiero saber si es normal sentirse así.
Quiero saber si es posible amar y poner límites al mismo tiempo."